24 ago 2014

De mayor quiero ser superhéroe

Cuando era niño tuve la suerte de disfrutar de mi infancia acompañado de mi fiel compañero de batallas, alguien con quien compartía cada secreto y con el que me entendía a la perfección. Alguien con quien imaginaba cada nueva aventura en mundos desconocidos, con quien creaba infinitos juegos y con quien siempre he compartido un "idioma secreto", que solo nosotros somos capaces de entender e incluso hablar sin decir una sola palabra. Mi hermano.

Fue un día cualquiera, el cual obviamente no recuerdo con exactitud, cuando nos hicimos conscientes y creamos la idea de que nuestra madre pensaba que había traído al mundo a dos superheroes. Dos superniños con capacidades sobrehumanas y completamente extraordinarias. 


Era un día simple, normal, como otro cualquiera. Típico día de limpieza general en el que la sargento superior levantaba a sus dos pequeños cabos y decidía empezar una imperiosa guerra contra la suciedad de la casa. Pues fue durante una de esas batallas cuando mi hermano y yo, entre risas, empezamos a redactar una lista verbal de las supuestas habilidades sobrehumanas con las que se nos había dotado, según nuestra madre.

La primera era la supervelocidad. La frase "ligerito, ligerito" era la más repetida por nuestra superiora durante el zafarrancho, y pobre de aquel que osara a tardar durante la búsqueda de algún objeto que se le había mandado a buscar, pues los gritos no iban a tardar en llegar a sus oídos. Por ello, romper la velocidad del sonido haciendo cualquier cosa era un requisito muy necesario. Si no poseías esta cualidad, más te valía saber teletransportarte, porque era la otra opción posible.

El segundo don era el de la multiplicación. Podrías estar haciendo lo que fuera que te hubiera dicho de hacer, que si te encargaba dos o tres cosas más, tenías que ser capaz de hacerlas. Y claro, para ello necesitabas estar en varios sitios a la vez, por lo que la biparticón era muy viable, aunque mi hermano y yo acabamos abogando por tener un mayor número de brazos y piernas.

Otro, era el poder de la clarividencia. Nuestra madre podía habernos dicho algo o mandado a buscar algo "allí", sí, sí, no había otra indicación más que "allí"; que tú siempre tenías que saber a qué se refería, o dónde estaba aquello que te pedía. Por ello, la adivinación era lo más ideal, además de poder leer la mente claro, eso ya era perfecto.

Muy escasas veces, nos hizo falta desarrollar una superfuerza descomunal, como si de Hulk se tratara, para sostener un objeto pesado, a sabiendas de que aquello era prácticamente imposible. Pero es cierto que esta facultad solía ser más demandada por el patriarca de la familia.

Mi favorito era la telequinesis, que la verdad no recuerdo muy bien por qué mi hermano y yo insistíamos en demostrarles a mis padres que no la habíamos desarrollado, pues no fueron pocas las veces que, de forma irónica y entre risas, deciamos "sí, espérate que lo cojo con la mente" y con el dedo en la sien hacíamos zumbidos con la boca, mientras mirábamos fijamente a aquel objeto, como si fuese a moverse o algo.



La verdad es que no puedo quejarme de mi infancia, y es que con mi hermano al lado, hasta mis padres se lo pasaban bien con nosotros dos.

En fin, es cierto que, por ahora, los superpoderes están lejos de nuestro alcance, a no ser que seas una especie de Bruce Wayne o de Tony Stark, pero también es cierto que vivimos rodeados de héroes del día a día. Por ello, la moraleja de toda esta "historia cómica", es que a pesar de ser personas normales de carne y hueso, si seguimos luchando por aquello que nos hace felices, podremos llegar a ser nuestros propios héroes, y quién sabe, quizás también el de alguien más.

Si alguna vez te pasó algo así de divertido de niño, crees que tus padres esperaban que hubieras nacido con cualidades sobrehumanas parecidas, o diferentes a las descritas, o tienes a tu héroe especial en el mundo, me gustaría que comentaras por aquí debajo. Sé que he insistido otras veces, pero aunque sea de forma anónima, leer otras opiniones, experiencias o historias similares, siempre es divertido y enriquecedor.


2 ago 2014

Tengamos una NOCHE DESTRUCTIVA

Seguramente muchos de ustedes habrán tenido alguna que otra noche "hardcore", en la que el alcohol, otras sustancias o incluso las ganas de pasarlo bien les han jugado una "mala pasada", o no.

¿Nunca te has desmadrado más de la cuenta, queriendo hacerlo o no? Pues aquí os dejo un listado de cosas imprescindibles o que podrían pasar en una NOCHE DESTRUCTIVA. Nombre que solo y únicamente puede recibir una noche de marcha si cumples con 5 o más de las siguientes cosas. ¡Allá vamos!:

1.- Imprescindible un nivel de alcohol o estupefacientes corriendo por tus venas y arterias a un ritmo desenfrenado.

2.- Haber vomitado durante la noche, o ala mañana siguiente.

3.- Morir a la mañana siguiente por la terrible resaca que sufres.

4.- Perder a tus amigos en medio de la fiesta, lo cual podría extenderse hasta el final de la misma, o incluso hasta el día siguiente. Vamos que nunca los volviste a ver en la vida.

5.- Darte cuenta a la mañana siguiente que tienes la agenda del móvil, el WhatsApp o el blog de notas de tu Smartphone hasta arriba de nombre y números de gente que no conoces.

6.- Que te hayan echado del local a ti o alguno de tus amigos, por dios sabe qué movida.

7.- Olvidar momentos de la noche o, directamente no recordar casi nada.

8.- Despertar en tu casa sin saber cómo has llegado.

9.- Liarte con la madre o el padre de todos los orcos del barrio más chungo de Mordor.



10.- "Caer en malilla" (vomitar, no estar muy consciente, no ser capaz de levantarte una vez te sientas. Casi como estar en el límite de un intoxicación etílica), o que alguno de tus amigos "caiga en malilla".

11.- Que tengan que cuidarte por el colocón que llevas o que tengas que cuidar a uno de tus amigos por lo mismo.

12.- Petar una red social a mensajes sin sentido, hablar con mucha gente por whatsapp o bombardearlos a vídeos y notas de voz; o si eres más clásico, llamar a gente a altas horas de la madrugada dando gritos y demás. Y es que queda demostrado que el alcohol y un móvil no son buenos amigos.

13.- Salir del antro en el que estés y estar totalmente desubicado, no siendo capaz ni de saber dónde narices está la parada de la guagua que tienes que pillar.

14.-Deambular por la ciudad a plena luz del día. Del día siguiente claro.

15.- No poder coger una guagua porque te lo gastaste bebiendo.

16.- Acabar la noche con extraños, ofrecerles alcohol como si te sobrara el dinero e incluso, llegar a jugar al "yo nunca" con tal de conocerlos algo más y sentir que son tus amigos.


17.- No haberte dado cuenta de que las luces ya están encendidas y que ¡te están echando güey!

18.- Ir cantando o más bien gritando por las calles o, en el coche o guagua de vuelta a casa.

19.- Volar, literalmente desde una tarima.

20.- Tirar una mesa repleta de vasos, con algunos aún llenos, al piso.

21.- Usar cualquier cosa como tarima, y cuando digo cualquier cosa, es ¡cualquier cosa!, como un taburete de un metro bastante inestable. Que conste que es solo por poner un ejemplo.

22.- Hablar en otros idiomas o con otros acentos para ligar, porque en su momento era la mejor idea del mundo, o por que sí, sin razón alguna.

23.- Beberte un shot de tequila como en Project X.

24.- Ver fotos y vídeos de la fiesta y no ser capaz de ubicar esos momentos.

25.- Arrepentirte al día siguiente de algunas de las cosas que recuerdas que hiciste.

26. Arrepentirte mucho más, de las cosas que te han contado que hiciste y no recuerdas.

Por suerte o por desgracia, la mayor parte de estas cosas me han pasado y, bueno, reconozco haber tenido par de NOCHES DESTRUCTIVAS, en las cuales no solía conformarme con cumplir solo 5 de las situaciones antes nombradas.


Bueno, hazte con papel y lapiz y empieza a contar cuántas de estás cosas de la lista has hecho, o mejor, cuántas has hecho en una sola noche. Comenta por aquí abajo si te ha gustado la publicación, si quieres compartir alguna experiencia propia o crees que le falta algo a la lista. Sean felices y a seguir pasándolo de puta madre.


Hablemos de "amigos", o no.

Bueno, realmente esta entrada va a ser un poco distinta a las demás, pues a diferencia del buen rollo, el positivismo, el humor, en contadas ocasiones usado, las ganas de sacar sonrisas o el espacio para la reflexión, hoy se trata de una crítica un tanto negativa. Sí, yo que no juzgo, que creo que el ser humano es bueno por naturaleza, que todo acto está justificado por alguna razón buena o mala, a ojo de los demás; que permito todo a todos, siempre y cuando no dañe a otros. Yo. Escribir una crítica negativa.

El tema central será la amistad, eso tan bonito, eterno, maravilloso y espectacular, ¿verdad? Exacto, todo falso, como cada cosa de este mundo, excepto aquello en lo que tú decidas creer.

La amistad es concisa a ojos de la eternidad, dura lo que dura, no tiene unos límites con los que podamos asegurarnos de si la sigues manteniendo con alguien o no, no usa categorías estúpidas como "mi mejor amigo o amiga", "mi amigo o amiga de toda la vida". Estamos con diferentes personas,  en diferentes momentos de nuestra vida, establecemos lazos en ese conciso plazo de tiempo y ,¿quién sabe?, quizás esos lazos ya no estén mañana. Se trata de disfrutar del "ahora" con los que estás, "las personas del ahora" las que te animan, ayudan, apoyan, aconsejan, discutes, compartes y disfrutas de algunos momentos, con  los que estudias, te vas de escapada un fin de semana, sales de fiesta, planeas un futuro perfecto, juegas a videojuegos, fumas en el parque, vas a conciertos y un sinfín de cosas más; pero siempre ahora.

Todos hemos tenido "amigos geniales", pero ¿a día de hoy qué son? Muchos han pasado a ser gente que saludas, que habitan el mundo sin más, a los que ves como a conocidos e incluso con algunos puedes contar contar para una fiesta, que siempre te van a seguir cayendo bien; otros, por razones varias, pues ya ni te hablan, han pasado a ser una figura más que se pasea por la calles sin que se le de la menor importancia, y tú pues lo aceptas sin más. "Ahí está ese humano al que un día conocí y con el que pasé buenos ratos". Aunque para algunos, tú eres esa persona, con tus debidas razones, como yo las tuve en su momento con ciertas personas. Es normal, no te autoflageles, algunas personas dejan de importarnos tarde o temprano.

La moraleja de todo esto es que no puede aferrarte nunca a nada. El mundo está en continuo cambio y lo mejor que puedes hacer es adaptarte a cada uno de ellos, de la mejor forma que sepas. Ya lo dijo Heráclito hace siglos, "nunca te bañaras dos veces en el mismo río". Es cierto que pueden afectarte las cosas, pero debes ser consciente y pensar en si de verdad merece la pena estancarse en algo, o seguir adelante, hacia donde te lleve el cauce de tu vida.

La gente viene y va, y de cada uno puedes aprender cosas buenas. Mantén a aquellos  que te aporten lo mejor de sí, durante el mayor tiempo que puedas, aprovéchalos, pero no te acomodes, quizás mañana no estén.

Pueden llamarme frío o todo lo que se les ocurra, pero a día de hoy, realmente no echo en falta a ninguno de los que alguna vez fueron mis amigos. Como he intentado explicar, en el mundo todos somos prescindibles, excepto nosotros mismos, exclusivamente para nosotros mismos. Y es por ello, que únicamente vale la pena disfrutar del ahora, que es lo único que realmente tenemos.

Y tú, ¿echas de menos a alguien? ¿Crees que merece la pena seguir recordándolo? ¿Has conocido a otras personas antes o, después que él o ella? ¿Prefieres aferrarte al pasado o seguir hacia adelante? Piénsalo, reflexiona, comparte tu opinión, o guárdatelo en tu interior.